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¿Porque la Luna es Redonda? (Cuento)

¿Por qué la Luna es redonda?



Existe un lugar recóndito y mágico oculto en todo corazón, a donde solo se puede acceder a través del recuerdo y de la imaginación. En este lugar oculto hay un universo sin fin. En dicho universo navegan un mar de mundos, y en uno de esos mundos hay una pequeña isla en forma de caracol donde habitan Jandira y su abuelita Maye.

En aquella isla, sucedió hace un tiempo, la historia que hoy les venimos a contar.

Una historia que a los ojos de cualquiera puede resultar no muy atractiva, ni llena de aventuras. Pues puede que de ella no descubras nada asombroso, porque de pronto, usted; quién lee o quién la escucha, es bien resabidx y ya poco se sorprende...Sin embargo, no hay porqué alarmarse, hay algo de extraordinario en esto que te queremos contar, y es la muestra de la piedra angular de este rico universo, un universo de donde muy probablemente tu estas sumergido y navegas en él. De él a veces se nos escapan su sencillez y su simpleza, y es precisamente en esa simpleza, donde la vida realza su complejidad y belleza.


Así que escucha atentamente...y empieza a abrir tu corazón... y si tras leer este cuento, dejas escapar una sonrisa, te prometo amigx que estarás un paso más cerca de acceder a este lugar, recóndito y mágico.


Esta isla en forma de caracol, parecía ser un mundo singular entre los innumerables cuerpos celestes que conforman el manantial del cosmos. Singular como si solo, sus gentes, creían que la claridad era sinónimo de ceguera, aturdimiento y estupidez, y la oscuridad era refugio de sueños, ideas, de retos y del amor. No por ello temían el dia, no por ello rehuían de su Sol. Al contrario, de él disfrutaban diariamente bañándose en sus radiantes ríos de luz, pero jamás pecarían de bobxs de desafiar al gran astro con una mirada insolente. Pero eso si, estas gentes no temían la noche, no satanizaban la oscuridad, como tampoco su piel canela oscura. En cuanto a sus creencias tenían como tradición adorar cada día, en especial por época de siembra, al “masapé”, tierra negra y fértil, como también a la mar Yemayá, afluente de agua donde albergaban muchos peces, y que junto con el masapé eran dadores de toda la vida. Lxs dos convertían los desechos y problemas en fertilidad, refugio, alimento y vida.. Sin embargo había algo más que desvelaba a sus habitantes todas las noches….


En este pequeño lugar, las gentes aguardaba con mucha más emoción la despedida del sol, porque suponían la llegada de la noche. Cada atardecer significaba para muchxs dilatar la pupila, y observar todo aquello que por la ceguera que producía el sol no podían ver ni entender. Este mundo que se revelaba cada noche, como proceso alquímico que se produce en un cuarto oscuro y una película fotográfica, donde poco a poco se van trazando paisajes, rostros, formas, recuerdos, historias. Recordaba lo que podría ser para ellxs las noches, pues las estrellas con cada silencio se iban revelando una a una, cerca al lugar en donde habían aparecido la noche anterior. Además de las estrellas, la gente acostumbraba a esperar ver la Luna, que le guardaban mucha fidelidad y le tenían una gran confianza, muestra de ello, era al ver cuando le devuelven la sangre, dadora de vida, que las mujeres del lugar conservaban para dársela cada cierto tiempo.

La dicha era buena, las personas recibían mensajes, secretos y mucha sabiduría de la Luna. La luna era su alma decían, lo que significaba que cada cuerpo celeste y terrenal estaría siempre atraído a ella.


En este mundo singular, en la hermosa isla cálida y selvática llamada “Vila do Maio”, una isla firmemente arraigada entre un mar salvaje y lleno de vida, se hallaba un ranchito hermoso, pequeño y sencillo, pero cómodo como un palacio, donde vivía Jandira la niña, y Maye su abuela.


Este ranchito rehermosote de ceiba y cañaveral, y techo de palmita estaba rodeado de una hermosa parcela “redonda redonda”, que buscaba invocar a la Gran Luna su sabiduría.

¡y era en sí misma más que un jardín, una selva!


Había palos de mango, borojos, parchitas y aguacateras. Había yucas y ñameras, frijoles, arvejas y lentejas. To tipo de espinacas, berrazales y rabaneras. Había quiqueras y pavas sueltas que la corretean, y que ahorita en el ocaso, buscaban su camita bajo un chamiso de hojas de tartaguera.

Y mientras Jandira, acuclillada sobre sus pies desalzos, troceaba con sus manos acelgas en el lento masticar de su gran amiga Janewa “la tortuga”, se sintió iluminada y levantó su rostro, y sonrió alegremente recibiendo a la Gran Luna. Su abuela Maye tumbada en su amahaca apartando zancudos con su abanico de palma también se percato, y cándida con la llegada esperada olvido los aleteos y zumidos.


En el lento andar Lunar por el firmamento Jandira se sobresaltó por una curiosidad muy obvia pero que jamás se habia planteado por haber normalizado estos recibimientos desde toda su corta infancia.


  • ¿Por qué la Luna es redonda? - pregunto Jandira a su abuela Maye rompiendo el silencio nocturno.


  • ¿Que porque es la Luna redonda?….que porque la luna….verás…¿escuchaste mija alguna vez hablar del Río Cósmico?


  • No Maye….¿que es? - dijo Jandira.


  • Escucha con atención... cuentan los antiguos...-comenzó Maye, su abuela.


  • ¡pero abuela! tu eres muy antigua! hay algo más viejo que tu? - dijo Jandira


  • Haber niña! no me seas chinchosa y no me interrumpas, y escúchame….y te recuerdo que una vez yo fui niña, ¡no fui arrojada vieja y senil a este mundo! ¿quieres escuchar la historia? -dijo Maye a su nieta.


  • perdón abuela….si si quiero…- contestó Jandira.


  • por donde iba….veras...cuentan lxs antepasados -aquellxs que ya estuvieron mucho tiempo enterradxs antes de nacer yo, y hoy son el masapé de estos bosques de vida-, que todo cuanto conocemos, toda tierra, todo pueblo, todo árbol son partículas de polvo en suspensión sobre la superficie de un callao, un canto rodado que se desliza en el movimiento del gran río cosmico. Cuando miramos al cielo en la noche, ese hermoso negro que hace de tamiz al mar de estrellas y planetas, es solo una parte pequeña de ese gran río. Que por falta de un gran luz en proporción de su gran tamaño, no podemos percibir, y eclipsados por las diminutas luces estelares nos negamos a reconocer. Pero toda la Negrura está ahí, y en ella es nuestra dadora de vida y conocimiento.

El gran río fluye y fluye...en su parte más agitada y profunda, surgen remolinos que todo lo succionan. En sus vertientes más suaves, danzan lentamente, tan lento como caminan los árboles en nuestro mundo, minusculas particulas de hielo y rocas, gas y polvo de estrellas, pero para nosotrxs tan grandes como nuestro hermoso callao que llamamos mundo, o nuestro propio sol.

Todo en el universo es redondo porque el Río Cósmico lo pule en su movimiento, como todo río acá en nuestro mundo hacen con las piedras y los cantos rodados, con las amatistas y los basaltos, con los onix y las ambares, nada puede oponerse a lo que fluye. Porque tanto arriba como abajo todo se repite. Está basado en el mismo principio. El movimiento.


Así que ahora, ahorita mismo donde estamos mi querida Jandira, nos estamos movimiento, tan rápido tan rápido, que nuestro mundo, al igual que la Luna se está tornando redonda en las fuertes corrientes cósmicas.


La luna es redonda mi amor, porque se mueve. Porque nos movemos. Como se mueve la sangre en nuestras venas, como se mueve tu bello corazón.

Y es en ese perpetuo movimiento circular, desde donde nos acercamos y nos alejamos constantemente unxs de otrxs. De este u otro lado. De acá y de allá. Del nacer y del morir. Y ese movimiento es la vida.


Por ello mi hermosa Jandira, niña de mis ojos, nunca dejes de abrazarte al movimiento. ¡Baila, corre, anda, sueña! Pero no dejes de moverte, no dejes de vivir.

Siempre que notes que los problemas, que el miedo, que las tesituras de la vida te roban el movimiento...mi niña, busca la luna y recuerda estas sabias palabras...escucha el ritmo de las estrellas, mira como baila la luna...y deja que tu corazón dance libremente, en el eterno baile del río cósmico.


Se volvió hacer un silencio tras las sabias palabras de Maye, la gran abuela...y Jandira, sumergida en el firmamento comprendió porque la Luna era tan importante pa su gente, porque la recibían cada noche con una sonrisa, y cuando esta no aparecía se sumergían en la melancolía. Comprendió que La Luna era Vida, y la Vida...hay que recibirla siempre que se presente con alegría.


Nunca dejes de moverte agitado corazón de luna...






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